Dentro de estos continentes existen países desarrollados que se distinguen por tener una alta renta per cápita (ingresos medios por persona por encima de los 10,300 dólares anuales), una industria tecnológicamente avanzada, un alto nivel de vida, etc.; y países subdesarrollados caracterizados por tener un bajo ingreso per cápita (menos de 1,700 dólares anuales), un desarrollo industrial escaso frecuentemente dependiente de la inversión extranjera y basado en mano de obra, un reducido nivel de vida, un elevado índice de analfabetismo, un crecimiento demográfico alto, además de que generalmente tienen una inestabilidad política y la corrupción, la impunidad y la justicia social dejan mucho que desear (Banco Mundial, 2014).

Dentro del espectro económico-socio-cultural mundial también existe la clasificación Norte y Sur, en la cual normalmente los países desarrollados se encuentran arriba y los subdesarrollados abajo; algunas excepciones para esta regla serían, por ejemplo los países de Oceanía.

Derivado de lo anterior se requerirá de líderes y directivos con visión tal que comprendan, por un lado, las características culturales y las consideraciones de negocios de las diferentes regiones y países del mundo y, por otro lado, estén preparados para adaptarse a ellas. Un líder con visión internacional debe ser un elemento activo de la empresa y por tanto un agente que genere valor a través de su capacidad y experiencia.